Chicos y chicas, soy Pepi y hoy vengo a hablaros de la meditación. Prestad atención, ya que os puede ser muy útil de ahora en adelante.
La meditación es una práctica milenaria que siempre se ha unido al budismo y cualquier persona la puede utilizar en su día a día.
Recuerdo que la primera vez que quise meditar no pude poner la mente en blanco, pensaba que eso era lo que debía hacer. Me concentré y quise no pensar. En mi mente iban apareciendo imágenes, pensamientos… y no podía desconectar. Mantener la postura era un suplicio, me entraba picor, un verdadero desastre, ¡Me era imposible desconectar!
Posteriormente fui leyendo más sobre el tema. Cuáles eran las posturas que se tenían que hacer, como respirar, que beneficios podía aportarme y si existía algún estudio sobre ello. Y a partir de ahí es cuando comencé a entender: para meditar solo necesitas buscar un lugar tranquilo.
Puedes hacerlo cuando quieras, por la mañana hará que tengas más lucidez y por la noche te invitara al descanso, aunque cualquier momento es bueno, busca el tuyo. Puedes poner música de fondo relajante, una meditación guiada y seguir los pasos o incluso estar en silencio. Puedes meditar como te encuentres más cómodo. Busca tu postura. Si te duermes al principio no pasa nada.
No es necesario dejar la mente en blanco, simplemente enfócate en la respiración y deja que todo fluya. Si te interrumpen las imágenes y pensamientos, visualízate en un lugar que te haga sentir bien.
Con la meditación…
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- Mejora la concentración
- Se reducen los niveles de estrés
- Se descansa mejor
- Tenemos una actitud más positiva
- Potenciamos la aparición de pensamientos positivos
- Nos hace más empáticos
- Refuerza el sistema inmunológico.
Estos algunos de los beneficios de esta práctica y no tiene ninguna contraindicación. Anímate a practicarla!
La revista Biological Psychiatry hizo público un estudio en 2016. J. David Creswell, director del estudio, profesor adjunto de psicología y director del laboratorio de desempeño humano y salud en la universidad Carnegie Mellon dijo que la meditación consciente requiere “una atención abierta, receptiva y carente de juicios.»
Lo más difícil era diferenciar si era cuestión de placebo.
Buscaron a 35 hombres y mujeres desempleados que buscaban trabajo y padecían un estrés considerable. Les tomaron muestras de sangre y tomografías del cerebro.
La mitad de las personas les enseñaron meditación consciente, enfocada en la relajación y en distraerse de las preocupaciones y el estrés.
Pusimos a todos a hacer ejercicios de estiramientos, explicaba el Dr. Creswell. El grupo de conciencia plena puso atención a las sensaciones corporales, incluyendo las desagradables.
Al grupo de relajación se le invito a conversar e ignorar su cuerpo, mientras el líder contaba chistes.
Pasados tres días, los participantes se sentían renovados y con mayor capacidad para soportar el estrés del desempleo.
En cuanto a las pruebas. Las tomografías de seguimiento mostraban diferencias únicamente en aquellos que habían practicado la meditación consciente. Había más actividad, comunicación en las partes del cerebro que procesan las reacciones relacionadas al estrés, así como en otras áreas asociadas con la concentración y la tranquilidad. Cuatro meses después los que habían puesto en práctica la meditación consciente tenían en la sangre menores niveles de un indicador de inflamación nociva comparados con los del grupo de relajación.
El Dr. Creswell y sus colegas creen que los cambios en el cerebro contribuyeron a la reducción inflamatoria.
Tampoco está claro si es necesario pasar tres días en contemplación ininterrumpida para obtener los beneficios.
¿Qué te ha parecido el artículo? Si te ha servido y te gustaría probar la meditación, déjame un comentario para saberlo, nada me haría más feliz.
Un abrazo, familia.
Gracias Pepi, para mi que soy una iniciada en la meditación, tus meditaciones durante la cuarentena y este artículo me ayudan a seguir con ella para seguir conociéndome más y practicarla mejor cada día. 🥰🥰
Muy interesante Pepi.