Hola mis fuertecitos, ¡soy Marta!
Hoy os hablo de un temita muy actual! Nos vamos a adentrar un poco en el cuidado de nuestra alimentación y para ello vamos a conocer un poquito más sobre el movimiento “real food” y todos los efectos que está teniendo en la población actual.
Para comenzar, necesitamos saber en qué se basa y si tú mismo te puedes convertir en uno/a de ellos/as… ¡Pues es muy sencillo! Se trata de un estilo de vida impulsado por el dietista nutricionista Carlos Ríos que consiste en ingerir “comida real” y evitar la “comida basura”, además también busca hacer consciente a la población de todo lo que hay más allá de la propia alimentación (intereses económicos, poder de la industria alimentaria…).
¿Te gustaría convertirte en un “realfooder”? Para ello debes saber elegir bien qué comer, es decir, conocer qué alimentos son naturales y buenos para tu salud.
La “comida real” son todos aquellos alimentos no procesados o cuya fase de procesamiento no ha variado la calidad de sus propiedades presentes de manera natural. Dentro de esta encontramos los siguientes grupos:
- Los “alimentos reales” estos son las verduras, hortalizas y frutas, los frutos secos, especias, semillas y legumbres, carnes, pescados y marisco sin procesar, huevos y leche fresca…
- Los “buenos” procesados, estos son alimentos con un procesamiento industrial o artesanal que no ha cambiado sus propiedades saludables. Se realiza este procesamiento con el fin de convertirlos en alimentos más seguros y duraderos y para facilitar su consumo. El producto se presenta envasado con etiqueta nutricional en el que se leen entre 1 a 5 ingredientes. Algunos de los ”buenos” procesados son la verdura, fruta, carne y pescado congelado, el aceite de oliva virgen extra, legumbres cocidas, cacao en polvo…
Además, este movimiento recomienda ingerir en la menor medida posible ultraprocesados, es decir, aquellos productos cuyo consumo regular tiene efectos negativos para la salud. Estos suelen tener cinco o más ingredientes y entre ellos destacan los aceites vegetales, las harinas refinadas, los azúcares añadidos o los aditivos. Son productos especialmente apetecibles y algunos de los más comunes son: la bollería, las bebidas energéticas, las salsas comerciales, las carnes y pescados procesados, los platos precocinados o los snacks dulces y salados. Podríamos comparar los ultraprocesados con la comida basura, que viene muy en consonancia con la comida rápida (tradicionalmente entendemos como comida rápida hamburguesas, pizzas, helados.. ya que comida rápida también podría ser una manzana o un plátano!).
Actualmente conocemos de sobra las malas consecuencias que existen tras el consumo de estos productos, sin embargo, ¿por qué los seguimos comiendo? ¿Qué nos lleva a elegir una pizza de un restaurante antes que una pizza hecha por nosotros mismo con ingredientes naturales?
La comida “basura” es muy apetitosa, suele tener sabores muy marcados y esto provoca una falsa sensación de bienestar debido a la estimulación de la producción de una hormona: la dopamina. Este es un neurotransmisor que produce placer y bienestar al momento, a muy corto plazo, es por ello que muchas veces cuando estamos sufriendo una situación de estrés o cuando tenemos mucha hambre y nos apetece comer desesperadamente, nos decantamos por este tipo de productos.
Además de ser apetecibles, son muy fáciles de conseguir, rápidos de ingerir y cómodos muchas veces de transportar. ¿A quién no le ha salvado de una ataque de hambre una hamburguesa de cualquier franquicia cercana? Nos dan la oportunidad de comerla donde queramos, ni siquiera ya tenemos que bajarnos del coche para conseguirla, nos la dan por un precio muy asequible y encima tiene un saborazo que nos encanta!
Parece todo de color de rosas, en el momento nos produce un bienestar inmenso pero luego… nos damos cuenta de lo realmente perjudicial que es para la salud.
Estamos tradicionalmente acostumbrados a consumir alimentos que nos dañan profundamente por dentro y muchos de nosotros si no vemos consecuencias físicas (estéticas) no nos alarmamos, parece que solo cuando nuestra imagen no nos gusta le ponemos remedio a estas malas costumbres.
Realmente estamos poco concienciados sobre lo que nos cuida y lo que no. Al igual que comenzar a hacer ejercicio no debería ser un castigo para nuestro cuerpo por no haberse movido durante años, comenzar a cuidar nuestra alimentación no debería tener como objetivo una imagen corporal. Tener un estilo de vida saludable es llevar una alimentación adecuada (variada y sin obsesiones), disfrutar de nuestro cuerpo moviéndonos y descansando física y mentalmente.
Pensemos más allá, cuidémonos porque nos queremos.